CARLOS ORREA SOBRE FRANCIA BARONA //

Un viaje hacia el espíritu
Por Carlos Orrea – Artista plástico

El momento ideal de la creación nace cuando la mente se une con el espíritu. Es en esa maravillosa dualidad donde se alojan los recuerdos de una vida y las ideas que emergen del mundo sensible, con sus formas, colores y emociones.

Pero junto a esa luz también coexisten los conflictos humanos —complejos, difíciles de comprender— incluso para quienes se dedican al arte. Los artistas, sin embargo, suelen asumir el reto de interpretarlos, traducirlos o al menos tocarlos desde su sensibilidad.

En ese terreno complejo emergen seres casi únicos, como Francia Barona, quien se sumerge en su universo interior, profundamente espiritual, para revelar lo invisible. Lo que en otros permanece oculto, en ella fluye con una naturalidad asombrosa. Recorre paisajes interiores insondables, donde sus formas artísticas afloran como producto de una búsqueda constante que va desde la memoria celular, el ADN, hasta el alma misma.

Francia emprende un viaje interminable hacia su propio universo interno, un lugar íntimo y enigmático que ella logra habitar y traducir con una facilidad sorprendente. Esa es su gran virtud: transformar lo invisible en imagen, lo íntimo en lenguaje plástico, lo profundo en superficie expresiva.

Al contemplar su obra, nos vemos arrastrados por un expresionismo vibrante, auténtico y visceral que solo ella puede conjurar. No se trata simplemente de una técnica o una estética, sino de una presencia: una creadora verdadera, sincera, con un espíritu indomable que guía cada uno de sus pasos y cada trazo de su obra.

Francia Barona no pinta cuadros, construye portales. Cada pieza suya es un episodio de ese viaje interior apasionante y eterno.

Francia Barona foto cortesía de la artista®

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Ramón Jiménez Lobo