EXPOSICIÓN EN MOMBÓ // Perú: Miradas que Revelan

El territorio como emoción, la imagen como vínculo

Precaria // Maco Vargas®

Hay geografías que no se explican: se intuyen. Hay países que se cuentan mejor a través de las miradas que de las palabras. Perú: Miradas que Revelan es una exposición colectiva que nace de ese impulso: el de traducir un territorio complejo, denso y profundamente vivo a través del lenguaje visual de cuatro fotógrafas —Iris MacKenzie, Nariman Hassan, Maco Vargas y Rocío Valdés— que, desde diferentes orígenes y sensibilidades, confluyen en una misma necesidad: observar con atención, interpretar con honestidad y narrar desde la experiencia compartida.

La muestra, compuesta por sesenta imágenes, propone un recorrido fragmentario y poético por un país que desafía cualquier intento de definición lineal. El Perú que aquí se presenta es tan real como subjetivo, tan concreto como emocional. No hay intención de representar "el todo", sino de mostrar lo posible, lo parcial, lo sentido. Cada imagen funciona como una ventana abierta, como una pausa en el tiempo donde el espectador es invitado a entrar con su propia mirada y dejarse transformar por lo que aparece ante sus ojos.

Huellas del viento // Imagen en portada / Rocío Valdés®

Cartografía de lo invisible

Desde los litorales hasta la sierra, desde los márgenes urbanos hasta los espacios rituales, las fotografías trazan una geografía íntima que desborda lo turístico o lo monumental. Lejos de los lugares comunes —Machu Picchu, la postal exótica, el folclore como espectáculo— la exposición elige centrarse en lo no dicho, lo que pasa desapercibido, lo que permanece y resiste. Hay retratos cargados de silencio; hay calles que se vuelven abstractas bajo una luz determinada; hay gestos que hablan sin decir palabra. Todo está allí, si se aprende a mirar.

La diversidad de estilos es, sin duda, uno de los hilos más potentes de la muestra. Algunas obras se acercan al minimalismo casi contemplativo: paisajes solitarios, dunas que parecen esculpidas por la luz, playas que se pierden en la niebla, donde la ausencia de presencia humana subraya la monumentalidad del territorio. Otras imágenes apuestan por el retrato íntimo, donde el rostro humano se convierte en superficie de memoria: miradas que no posan, gestos detenidos en su pureza, figuras que cuentan historias sin necesidad de relato.

Nariman Hassan // Inmensidad®

La exposición también nos sitúa en espacios donde lo ancestral sigue respirando, como ocurre en la documentación visual del pueblo de Tupe, en la sierra de Lima, donde aún se conserva viva la lengua Jaqaru, así como prácticas agrícolas, comunitarias y rituales profundamente simbólicas. Allí, la cámara no es un aparato externo que invade, sino un cuerpo que acompaña: se vuelve testigo de una forma de vida que no se muestra, sino que se comparte. Las imágenes no romantizan la tradición, pero sí la revelan como un territorio donde el tiempo tiene otra densidad.

La abstracción como posibilidad

Más allá del registro documental, muchas de las fotografías aquí presentes coquetean con lo abstracto, recomponiendo la realidad a través de fragmentos, reflejos, sombras y líneas que sugieren más que muestran. Es una invitación a soltar la lógica, a mirar con el cuerpo, con la intuición, con la emoción. La geometría de una fachada, la curva de una calle desierta, una composición de colores que remite al calor del altiplano o al silencio del desierto. Hay algo profundamente pictórico en estas imágenes, pero no desde la nostalgia, sino desde una mirada que construye nuevas realidades a partir de lo cotidiano.

Este enfoque se siente como una declaración estética: la belleza no está en lo extraordinario, sino en lo revelado. En ese sentido, la muestra también es un ejercicio de despojo. Se despoja de la espectacularidad, del efectismo, de la necesidad de explicar. Cada fotografía está allí como una sugerencia, como un rastro. El resto lo pone quien observa.

La dueña de la Herranza // Iris MacKenzie®

Identidad, pertenencia y sensibilidad

En el fondo, lo que se despliega es una meditación sobre la identidad. No como un concepto estático o cerrado, sino como algo en movimiento, poroso, en constante reformulación. ¿Qué significa pertenecer a un lugar? ¿Cómo se expresa la memoria colectiva a través de la imagen? ¿Hasta qué punto la mirada externa puede convertirse en una aliada del entendimiento, y no en una reproductora de estereotipos?

A través de estas preguntas implícitas, la muestra nos recuerda que la fotografía no es solo una herramienta para documentar, sino también un acto de escucha. Un modo de estar en el mundo. Y en ese estar, las fotógrafas se comprometen no solo con el objeto de su mirada, sino también con el espectador. Porque mostrar también es un acto de generosidad.

No se trata aquí de ofrecer respuestas, ni de trazar mapas definitivos. Esta exposición se aleja de los discursos cerrados y apuesta por la apertura, la ambigüedad, la emoción como método. Por eso, más que explicar el Perú, lo convoca. Lo evoca. Lo sugiere. Y en esa sugerencia, se construye un espacio para la empatía.

Mirar como acto de empatía

En última instancia, Perú: Miradas que Revelan es una invitación a mirar distinto. A observar con detenimiento lo que a veces ignoramos por familiaridad, por prisa o por prejuicio. A dejarse tocar por una luz, por un color, por una historia que no es la nuestra, pero que podría serlo. Cada imagen es un puente. Y cada puente, una posibilidad de encuentro.

En este contexto, la fotografía se transforma en algo más que una imagen bien compuesta: se vuelve una forma de habitar lo otro sin apropiarse de él. Una forma de decir: “esto también es Perú”, sin necesidad de justificarlo. Porque el país que se revela en estas obras es uno múltiple, inabarcable, lleno de matices. Un país que también es emoción, vínculo, pregunta.

La exposición podrá visitarse en Mombó Art Gallery (Marchena, Sevilla) del 20 al 30 de septiembre de 2025.
Entrada libre hasta completar aforo.

Ramón Jiménez Lobo