YESS HERNÁNDEZ // EL VERDADERO DESAFÍO DEL ARTISTA

Dicen que el arte es una forma de expresión, pero ¿qué pasa cuando el mundo está demasiado ocupado viendo reels de gatos bailando como para notar que existes?

No basta con crear algo hermoso—si nadie lo ve, es como pintar un mural en un callejón sin salida. La verdadera batalla de cualquier artista no es perfeccionar su técnica, es encontrar la manera de gritar sobre su obra sin parecer un vendedor desesperado en una feria de domingo.

Años atrás, pensaba que el arte hablaba por sí solo. Spoiler: no lo hace. Descubrí que si quieres que alguien más que tu mamá te admire (gracias, mamá), tienes que entender el juego de la visibilidad. Y no, no se trata de sacrificar tu autenticidad para alimentar el algoritmo. Se trata de encontrar el equilibrio entre crear algo que te llene y asegurarte de que no termine como un archivo perdido en la memoria de tu computadora.

Aquí viene la verdad incómoda: el arte no siempre es honesto. ¿Cuándo deja de serlo? Cuando intentamos ajustarlo a una fórmula para encajar. Cuando nos obsesionamos con la perfección hasta perder lo que nos hace únicos. Cuando el miedo al rechazo nos hace cambiar lo que realmente queríamos hacer solo para ser “aceptados”. Es ahí cuando el arte se vacía. Se vuelve consumo rápido. Algo sin alma.

Porque en este mundo, donde la velocidad es más importante que la calidad, no basta con crear. Lo que importa es conectar. El reconocimiento no llega cuando tu arte es perfecto. Llega cuando es honesto. Y aquí es donde entra la ironía: lo que realmente hace que tu arte sea valioso no es la técnica impecable, ni el número de exposiciones, ni los seguidores. Es cuando alguien se ve reflejado en lo que hiciste y piensa: “Yo también siento esto. Yo también pasé por esto. Yo también soy esto.”

Si alguna vez dudaste de tu camino porque sentías que lo que hacías no era suficiente, no es porque tu arte no valga. Es porque vivimos en tiempos donde la creatividad ha sido convertida en producto de consumo rápido. Como el fast fashion. Como el contenido viral que dura un día y desaparece. Como la idea de que hay que producir sin parar para existir. Y es ahí donde el arte pierde su esencia.

El problema es que el arte no es como la moda. No tiene un ciclo de producción. No nace de la naturaleza. Solo existe porque nosotros existimos. Porque cuando alguien plasma en una imagen, en una canción, en una historia lo que siente, eso es algo que no se encuentra en ningún otro lado. Y si dejamos que se transforme en contenido descartable, lo estamos deshumanizando.

Entonces, ¿cómo logramos que el arte recupere su impacto? La respuesta no está en seguir tendencias. Está en hacer que la gente escuche. No solo con los ojos, sino con el corazón. No con likes vacíos, sino con verdadera conexión. Porque en un mundo donde todo se consume y desecha, el verdadero reto del arte no es que se vea. Es que permanezca.

La artista con su obra // Fotografía cortesía de Yess Hernández

Para saber más sobre Yess en sus redes Instagram

Ramón Jiménez Lobo